jueves, 28 de enero de 2016

Neuras costuriles II: Más síntomas del síndrome de la costurera

Ante la alarma social provocada por mi  anterior entrada dedicada a descubrir el terrible síndrome de la costurera, he decidido continuar con mi vocación de servicio público y seguir describiendo más síntomas típicos, algunos de ellos sugeridos por amigas que los sufren (y no en silencio, precisamente):
  • La mirada costuril extrema. La costurera cuando va al cine lo único que ve es el vestuario (de hecho, es la razón fundamental de que no les guste el cine porno). La película puede ser un pestiño o una obra maestra, da igual. Pasará del argumento, de los diálogos y hasta del protagonista macizorro, para pasarse media peli esperando una toma de espaldas para poder apreciar debidamente la hechura y el corte del vestido de la protagonista (gracias, Armiarma por compartir tu tremenda experiencia).

La pobre costurera se está fijando en que el vestido tiene una espalda muy original
  • Sufre accesos de enajenación mental en enero y julio. Coincidiendo con los periodos de rebajas en las tiendas de telas, la costurera pierde totalmente el sentido de la realidad e incluso del tiempo y del espacio. De repente, sus armarios tienen un espacio infinito y su tiempo dedicado a la costura se estira en su mente. Sin esta percepción deformada sería inexplicable que picase una vez más con esa tela y esa y esa otra y esa otra más, por muy baratísimas que estén. Querida, la reina de Inglaterra puede permitirse el lujo de tener un almacen de telas (algunas de los años 60), pero tú no te llamas Windsor, tu pisito no es Buckingham Palace y, sobre todo, es posible que no seas tan longeva como ella (a no ser que sigas su régimen de té y ginebra, que conservan cantidad). Ah, y tu marido, niños, madres, padres, perros, gatos, libros, cacharros de cocina y demás tonteridas ajenas a la costura  también necesitan algo de espacio.

Ella puede tener miles de telas en su palacio, tú NO
  • Enloquece del todo cuando lee las palabras "patrón gratis". No importa que tenga varios discos duros llenos de patrones digitales y doscientas carpetas con patrones ya impresos en papel, no importa que sean modelos que no va a hacer en su puñetera vida, no importa que sean muy complicados o demasiado sencillos o directamente feos. Tiene, debe, necesita descargarlos YA.
  • Cuando le ofrecen un retal es ABSOLUTAMENTE incapaz de decir que no, pobre adicta.
  • Cuando desecha una prenda la mira primero para ver si puede aprovechar algo y como haya lo más mínimo, procederá a descuartizarla: le quitará botones, cremalleras, bolsillos...Vale que hay que reciclar, ¡pero ni en veinte vidas te va a dar tiempo de perder tantos botones, alma de cántaro!

Nunca jamás vas a llegar a usarlos todos, te lo digo yo

Estos son algunos de los más graves, seguro que hay más. Muchas habéis declarado con gran valentía que lo sufrís. Ánimo chicas, es el primer paso para superar tan terrible síndrome. ¡O no, porque todos parecemos muy contentas de sufrirlo!

miércoles, 20 de enero de 2016

Neuras costuriles I: el síndrome de la costurera

Hoy tenemos que hablar de una enfermedad que acecha todos los que cosemos: el temible ¡¡síndrome de la costurera!!

¡Oh, ssielos!
Aún no aparece en los manuales de medicina, pero después de sesudo estudio, he decidido describirlo de forma totalmente científica. Los enfermos deben llevar al menos un año cosiendo. Sus síntomas se manifiestan cuando el paciente va a cualquier tienda de ropa confeccionada y suelen ser los siguientes:

  • Lo primero que hace el paciente es volver cualquier prenda del revés y mirar las costuras.
  • Seguidamente examina cremalleras, botones, ojales, bolsillos y demás complementos. Llegado a este punto, empieza a emitir ruiditos de desaprobación, acompañados de murmullos: "a ver si abren mejor los ojales", "en este bolsillo no cabe nada", "los botones están de mírame y no me toques" y otros por el estilo.
  • Por último, mira la etiqueta de la prenda y los ruiditos y murmullos se convierten en rugidos de  indignación. Frases como: "¡Cómo pueden cobrar esta barbaridad por un trapo!"; "¡Qué asco de confección!"; "¡No tienen vergüenza!" o "Esto lo hago yo en dos patadas y me queda mejor"; son las más corrientes en la fase aguda del síndrome.
Los síntomas se manifiestan normalmente en grandes cadenas de ropa, pero también pueden darse en tiendas carísimas y exclusivas ya que, a mayor precio, mayor será también el grado de indignación.

Cuando el síndrome se ha desarrollado por completo, los pacientes serán incapaces de comprar nada en las tiendas y se verán obligados a confeccionarse toda su ropa. También desarrollarán comportamientos bastante vergonzosos, como probarse ropa sin intención de comprarla, solo para examinarla detenidamente y después copiarla  (mejor hecha y a mejor precio) con todo descaro.

La OMS advierte del peligro a todo aquel que se acerque a una aguja o a una máquina de coser: es muy contagioso, adictivo y no tiene cura.

Yo ya no tengo remedio...¿qué tal lo llevas tú?

Experta modista después de visitar ciertas cadenas de ropa (que no nombraremos para no meternos en líos)

jueves, 7 de enero de 2016

Vestido invernal del Burda 1/2013

Este invierno nada invernal nos está permitiendo usar mucho esas prendas de entretiempo. Sí esas prendas para las que siempre hace mucho frío o demasiado calor.
Este vestido tiene ya un año, pero me lo había puesto poquísimo y como estoy muy satisfecha con el resultado, el otro día aproveché para hacerle fotos y así poder enseñároslo.
El patrón es el modelo número 105 del Burda 1/2013. Un patrón del año 1967, de la colección de la propia revista. Si ya me conocéis un poco no os sorprenderá que, una vez más, use un patrón retro.
Mi versión es de manga larga y suprimiendo el último corte de la falda. Queda, por tanto, una pieza arriba, otra en el pecho, otra en la cintura y cadera y una sola de falda. La pieza del pecho va cortada con una ligera curva que permite suprimir las pinzas. Son cuatro piezas delanteras y otras tantas traseras (las superiores divididas en dos para colocar la cremallera). Bastante puzzle, la verdad. Para colmo, elegí una tela estampada en la que había que (intentar) casar los motivos. Y así es como me quedó:

Intento de casar el dibujo...
Así de lejos se nota menos
La tela es un punto gordito, muy cómodo, que se ajusta sin agobiar, se lava estupendamente y no se deshilacha: una tela de las que a mi me gustan. La compré en Ribes y Casals en un viaje a Madrid.
La parte trasera. A pesar de mi grave problema con las cremalleras, esta no me ha quedado mal. ¡Conseguí ponerla a la primera!
Y he aquí el vestido completo. El vestido es muy retro, un poco de señora, pero con las botas doradas y mi colección de boinas se arregla ese problemilla...
La Dalia haciendo el ganso.
Feliz año a todos. Y especialmente a las chicas de RUMS.